Mi primera construcción: decidí anotarme para vivirlo en primera persona.
Por Agustina Bautista, voluntaria.
Conocí Módulo Sanitario por medio de una amiga que ya venía participando como voluntaria. Me parecía buenísimo todo lo que contaba y las fotos que mostraba, así que sin dar tanta vuelta, decidí anotarme para vivirlo en primera persona.
En marzo del 2020 me inscribí a lo que sería mi primera construcción pero, como es de público conocimiento, llega la pandemia y con ella el aislamiento y las restricciones que no me permitieron participar en ninguna de las actividades del año.
Un año después, me enteré de nuevo por mis amigas que ya estaba la inscripción para la primera construcción del 2021 y no lo dudé ni un segundo, ¡ahí fui nuevamente! Ansiedad, nervios, ilusión y muchas ganas, eran algunas de las cosas que sentía antes de embarcarme en ese fin de semana.
Llegó el sábado y nos pusimos manos a la obra y, aunque debo confesar que al principio tuve ciertas dudas de si iba a poder hacer las cosas bien, rápidamente se desdibujaron cuando comenzamos a funcionar como un equipo interconectado que se ayudaba mutuamente. Rápidamente se iban viendo los resultados y se podía notar la emoción de la familia por sentir que se iba concretando su deseo.
El segundo día recargados de energía, volvimos para terminar lo empezado y poder entregarles finalmente su módulo. Un poco a las corridas pero con enorme satisfacción, decoramos el módulo a escondidas de la familia y los esperamos en la puerta su nuevo baño. Hicimos el acto de entrega, donde sobraban las palabras y alcanzaba con contemplar la escena para entender el sentido y compartir la emoción.
Quizás la mayor reflexión llega cuando uno vuelve a su casa, entra en su baño y experimenta rápidamente las 2 realidades casi yuxtapuestas. No sé si aún encontré las palabras para describirlo, pero tener la posibilidad de generar un cambio que es de enorme significancia para una familia que tanto lo necesita, siento que es un privilegio, y no hay que perderse la oportunidad de vivirlo.
Los ojos y las sonrisas de esa primera familia que tuve junto con mi grupo la oportunidad de cambiarles la realidad, van a quedar por siempre grabados en mí.
Si querés vivir en carne propia esta experiencia, anotate a la próxima construcción.