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«Ustedes me hicieron gente»

«Ustedes me hicieron gente»

*Nota escrita por Juan Quelas, Co-fundador, Coordinador y voluntario de Módulo Sanitario.

Cuando voy a los barrios me gusta no tener que atarme a una agenda concreta. Es verdad que siempre hay muchas cosas que hacer: censos, encuestas, talleres. Pero cuando logro conseguir un rato sin actividad, pueden ocurrir cosas maravillosas…

El domingo de la última construcción fui a Cuartel V, Moreno. Venía un canal de TV extranjero y debía guiarlos por el barrio para hacer su nota sobre Módulo Sanitario. Ellos llegaban a mediodía y yo ya estaba en el barrio a las 9 hs.

Después de que los voluntarios hicieran la reunión inicial del día con la motivación correspondiente, los supervisores quedaron resolviendo algunas cuestiones. Y, cuando todos se fueron, quedé solo con la referente barrial: Marta. Ella tiene 60 años y tuvo una vida durísima, incluido el suicidio de 2 hijos, a causa de las drogas. A causa de eso, Marta tomó una decisión: abrir un Centro Comunitario con comedor, para que cualquier chico del barrio pudiera ir a conversar, a buscar contención y a comer cuando el hambre no se aguanta más. Marta no tiene un comedor: tiene una pasión de vida, porque el comedor es el epígono de algo estructural: salvar vidas vulnerables.

El año pasado cuando fuimos al barrio, Marta se largó a llorar. Por primera vez en la vida vi las lágrimas en su cara: hacía una semana que el comedor estaba cerrado, porque no había nada para dar. Y recordé su historia: el problema principal no era que no había que cocinar. Eso podría haber sido un descanso. El problema era que tocaba la raíz de su opción vital: salvar vidas por medio de la comida en una mesa amigable. Por eso activamos inmediatamente y enviamos un camión con 5.000 kg de comida. Eran los platos ricos que cocinaría; y eran su pasión y su sentido activos otra vez.

Marta no sabe leer y escribir y, obviamente, no conoce a Viktor Frankl. Pero vos podés enmarcar esto que te cuento leyendo su extraordinario libro El hombre en busca de sentido. Es un clásico. Y lo es porque toca algo medular de la existencia humana.

Quedamos Marta, su hija Ana y 3 de sus nietos: Iván (que acaba de conseguir un trabajo en blanco) Toto (a quien conocimos hace 8 años cuando empezaba a caminar), y Alma (una infanta que habla como si fuera adulta). El sol nos acaricia y Marta prepara mate. Iván va a comprar una torta de ricota (y se siente orgulloso de poder proveer algo a la mesa familiar) y empezamos a conversar.

Me gusta tirarle de la lengua a Marta, sin ningún objetivo. En esas charlas no planificadas pueden ocurrir cosas admirables. Yo le voy tirando preguntas y Marta discurre. Siempre con pasión. En un momento empezamos a hablar de las tareas que los voluntarios de distintas organizaciones hacen en su barrio. Marta va calificando a los voluntarios, mientras la cara expresa sin lugar a dudas lo que piensa de cada grupo. Le llega el momento de hablar de Módulo Sanitario y a Marta le cambia la cara. Fija su mirada en el horizonte, pone voz de confidencia, y me dice, redondamente: «Módulo me hizo gente«.

Mientras un escalofrío me recorre la espalda, pienso en un segundo que en realidad Marta nos ha hecho gente a nosotros. Pero su experiencia es inequívoca: «Yo no era gente. Yo soy gente gracias a Módulo Sanitario«. Y desgrana un rosario de nombres significativos: Matías, Karina, Pablo, Rocío, Clara, Malena… A mí me desfilan sus rostros por la memoria, mientras el orgullo me hincha por dentro. Es increíble que aquella locura de 6 amigos hace 10 años haya logrado la experiencia que refiere Marta. «Mucho más que un baño» no es un eslogan: es la vida misma puesta en una frase de sentido.

Si te gusta la filosofía, te recomiendo este libro de Han: es el sustrato antropológico que hace posible que estas cosas ocurran. Si no, podés releer El principito, que habla de lo mismo desde otra perspectiva.

Podría ensayar por qué Marta siente que Módulo la hizo gente. Algo me dice ella misma: «Módulo me enseñó a escuchar; es mi familia; cuando yo estoy mal llamo a cualquiera de Módulo y me escuchan, me ayudan«. Quizás el dolor de la pérdida de sus hijos hizo que Marta se endureciera, más de lo que la vida le ha endurecido el pellejo. En medio de ese dolor inconmensurable hubo un hilo de luz: unas personas desconocidas que la trataron como persona, como una igual, como alguien valiosa, a veces como una reina. Y la tratamos así porque ella es todo eso y mucho más. Esa igualdad en el trato, esa amistad, esa holgura de vínculos es, probablemente, lo que Marta percibe cuando dice: «A mí Módulo me hizo gente«. Y me maravillo de poder ser el testigo de cómo aquello que he estudiado en cientos de horas de clases y en miles de páginas de antropología, se condensan en un rostro, una voz, unas palabras. También en este rincón perdido del conurbano infinito la vida puede ser bella.