
#PalabrasAbiertas: “La caja de Emilio” por Joaquín Toledo
*Texto escrito por Joaquín Toledo, voluntario del equipo de Módulo Sanitario
Barrio Luján, Florencio Varela, 08 de julio de 2023.
Hoy, cuando escribo esto, es domingo 9 de julio del mismo año, día de la independencia en Argentina. Un día como hoy, pero hace muchos años, empezó una gesta enorme de un par de locos que querían libertad, un par de locos que se atrevieron a hacer lo necesario para construir este país, Argentina.
Esto que vas a leer, no tiene nada que ver con ese día, sino que tiene que ver con la historia de Emilio. La única relación que encuentro entre ese 9 de julio de 1816 y hoy es que estoy seguro de que este no es el país que se imaginaron nuestros héroes.
Como dije, era sábado 8 de julio, y estábamos caminando con Pili cuando de repente se acercaron tres vecinos que preguntaron que hacíamos. Nosotros estábamos un poco ansiosos para ir a ver la próxima familia, pero decidimos frenar y contarles que éramos parte de Módulo Sanitario, una fundación que se dedica a hacer baños de emergencia y justo estábamos visitando familias a las que vamos a construir en agosto. Nos frenamos al menos para escucharlos y que nos escuchen.
Esos vecinos no estaban interesados en los baños para ellos, sino que nos dijeron que ahí, justo donde pasamos, había un viejito de unos 60 años que vivía solo en una casilla. Yo pregunté que casilla, porque no había visto ninguna.
Al principio me sentí mal por no haber visto la casilla que estaba frente a nuestros ojos, pero ahora que lo pienso en verdad no es que no la vi, es que nunca me imaginé que alguien podría estar viviendo ahí: cuatro pedazos de madera donde solo entraba una cama y una radio o un televisor. No había ningún tipo de posibilidad en mi cabeza de que alguien viviera ahí, por eso no vi la casilla o la caja como la voy a llamar a partir de ahora.
Volviendo a los vecinos que nos cruzamos y nos preguntaron si podíamos hacer algo, que estaban cansados de verlo solo, que su propia hija le sacaba plata, que estaba con algunos temas de salud para moverse y que, por supuesto, pasaba mucha hambre y frío.
Acá voy a ser sincero, yo no quería ir, sabía que no podíamos hacer mucho y que todavía quedaban familias para visitar, ni hablar del frío que acabada de llegar para quedarse y acompañarnos. Cruce una mirada con Pili y vi algo en sus ojos que me dijo: “tenemos que ir, no podemos hacernos los boludos”. Gracias Pili, por enseñarme con una sola mirada que no nos podemos hacer los boludos. Así fue como retrocedimos hasta la caja, esos cuatro pedazos de madera que Emilio llama su casa.
Volvimos, nos acompañó una de las vecinas, tocamos la puerta y esperamos. En medio del ruido de la radio o el televisor (no sabemos bien cuál de los dos aparatos era), se escuchó la voz de un viejo cuyos años ya habían pasado: “voy” dijo.
Se abrió una parte de la caja, la puerta (que abajo tenía varias maderas rotas y el viento que entraba esa mañana… mamita que hacía frío). Al abrirse, medio rengueando, un viejito que voy a intentar describir a continuación sale al encuentro, cargado con sus años y el paso del tiempo.
Les quiero presentar a Emilio. Unos 60 años, la piel arrugada, los dientes viejos y amarillos, el pelo negro, la barba desarreglada, un cigarrillo casi consumido en su mano derecha y unos ojos grandes entre celeste, gris y blanco. No sabía si estaba un poco ciego y seguro que no escuchaba bien.
Emilio nos preguntó a qué fuimos. Ahí intentamos contarle, como pudimos buscando palabras sencillas, que hacíamos baños. Pero que si quería uno, tenía que pagarlo. El espacio para el baño sobraba y por lo que vimos con Pili iba a ser más grande que su caja, incluso hasta capaz se podía mudar ahí, al módulo.
Emilio no comprendía muy bien lo que hacíamos y entre algunas risas nos iba contando su historia, la de sus hijos que no lo visitaban y la de aquella persona que pasó a relevar su caja hace algunos meses, y le había dejado un sticker del ReNaBaP* que rezaba “vivienda relevada”.
Él solo quería que le ayudemos a pegar el sticker porque le dijo a la persona que pasó hace un par de meses que lo iba a hacer, pero no sabía como hacerlo, pensaba que tenía que comprar un pegamento y, ya que no tenía plata para comer, mucho menos la iba a encontrar para pegar eso. El sticker era muy simple de pegar (para mí que tenía varios stickers de Messi pegados en mi termo y el celular), simplemente sacando el papel autoadhesivo de la parte de atrás y apoyándolo sobre una superficie ya estaba. Intenté decirle dos veces que no hacía falta que pegue eso, que no servía para nada, y trataba de seguir explicándole lo del baño y diciéndole lo que había que pagar para que tenga un baño. Emilio estaba obsesionado con pegar ese sticker, es que en el fondo siento que quería cumplir su promesa para con las personas que pasaron por su casa. Ahora me siento un boludo, debería haber disfrutado más de esa charla con él.
Emilio no nos estaba entendiendo lo del baño, solo quería pegar el sticker, siguió insistiendo hasta que, nuevamente Pili, y para captar la atención de Emilio y poder seguir explicando lo del asunto del baño (y volviendo a enseñarme que no nos podemos hacer los boludos) dijo: “bueno, te lo pegamos nosotros ahí al lado de la puerta”. Yo comencé a despegar el autoadhesivo para poder dejarlo lo más prolijo posible (perfeccionista al pedo). Todavía seguía pensando que era una boludez pegar eso.
Al marcharnos, sin ningún teléfono al cual llamar, ya que Emilio estaba totalmente incomunicado y fuera del sistema, le pudimos dejar a la vecina el número de Pili. Yo me fui de ahí pensando en una sola cosa: no nos podemos hacer los boludos.
Mientras escribo esto pienso en Emilio, en su caja, si estará escuchando la radio o el televisor. Pienso en su voz, en sus piernas rengueando por la caída, en sus hijos que no lo visitan, en ese agujero de la puerta que dejaba entrar el pálido frío de julio, en sus ojos celestes y en esa mirada de Pili que me enseñó, sin ninguna palabra, que no podemos ser indiferentes.
No sé que pasará con Emilio la verdad, pero su historia me atravesó y me transformó. Hoy, día de la independencia, estoy convencido de que quiero intentar ser un loco que cree que se puede cambiar.
Argentina, no te rindas.
*ReNaBaP: El Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Urbana es donde deben registrarse los terrenos donde están ubicados los barrios populares. Las construcciones existentes en los barrios populares.
Por último, le pedí a la IA (inteligencia artificial) que me genere algunas imágenes para que puedas llegar a ver un poco de lo que vivimos esa mañana de julio.




